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Los niños y adolescentes tienen derecho a vivir protegidos, a ser escuchados y a desarrollarse en entornos seguros. Estos derechos están reconocidos por la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional adoptado por las Naciones Unidas en 1989, que establece un marco claro para su respeto y protección.
Conocer su alcance permite reflexionar sobre el rol que cumplen las familias, las escuelas y la sociedad en el desarrollo de la infancia. Garantizar estos derechos no es solo una obligación legal; también es una forma concreta de cuidar a quienes están en una etapa clave de crecimiento.

Los derechos del niño y del adolescente son garantías que buscan proteger el bienestar de todas las personas menores de 18 años. Incluyen el acceso a la salud, la educación, la identidad, el juego, la protección contra la violencia y la participación en decisiones que los afecten.
Están respaldados por la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por la mayoría de países del mundo. Este documento señala que los Estados deben aplicar estos derechos sin ningún tipo de distinción y considerando siempre el interés superior del niño.
La Convención se apoya en cuatro principios fundamentales: la no discriminación, el derecho a la vida y al desarrollo, el interés superior del niño y el derecho a ser escuchado. Todos los derechos son complementarios y deben entenderse de forma integral, sin jerarquías entre ellos.
El respeto a estos derechos tiene efectos directos en la vida de niñas, niños y adolescentes. Cuando se reconocen y se cumplen, se crean condiciones reales para que puedan crecer con seguridad, autonomía y confianza en sí mismos.
Tener acceso a salud, educación, juego y afecto contribuye a un crecimiento equilibrado. Estas condiciones influyen en su autoestima, en su forma de aprender y en cómo se relacionan con los demás.
Cuando los derechos se cumplen, se disminuyen las posibilidades de enfrentar violencia, explotación, abandono o discriminación. Las niñas y niños protegidos están en mejores condiciones para desarrollarse con seguridad.
Reconocer su derecho a opinar, a ser escuchados y a formar parte de las decisiones que los afectan les permite construir confianza en sí mismos. Esto fortalece su sentido de pertenencia y compromiso con el entorno.
Una infancia respetada tiene más herramientas para participar, tomar decisiones y proyectar un futuro con más oportunidades. Niñas, niños y adolescentes que conocen sus derechos tienden a relacionarse con mayor empatía y responsabilidad, lo que fortalece los vínculos dentro de la sociedad.
En Futura Schools, los principios de respeto, inclusión y participación están presentes en todas las etapas del aprendizaje. Desde el aula se promueve una cultura donde los derechos de los estudiantes se reconocen, se conversan y se aplican a través de la convivencia diaria.
Conoce más sobre nuestra propuesta pedagógica y cómo contribuye a formar personas seguras, críticas y comprometidas con su entorno.